El debate que ha seguido a los escritos de Maquiavelo se resume de una manera muy simple: por un lado, si el maquiavelismo se inventó a partir de lo que observó y escribió este autor. Y por otro lado, si Maquiavelo sólo estableció un estado de cosas sobre las políticas del poder, sus mecanismos, y sus vericuetos anti-éticos.
El Príncipe es un libro que establece, a partir de la observación que hizo su autor de los procedimientos de poder de su época, una serie de axiomas y de situaciones que se presentan como una constante en la historia política y del poder. Es decir, una serie de observaciones que se erigen como leyes de la historia y leyes del poder, y que diversas élites, príncipes, gobernantes, en distintas épocas y regiones del mundo, han puesto en ejecución para acceder y conservar el poder.
El libro, en apariencia, es una descripción de lo que todo político debe hacer para tener el poder. Sin embargo, una lectura más detenida, nos indica que Maquiavelo en realidad hizo un análisis realista de las condiciones en las que se ejerce el poder y en las que se conserva. Esto presenta una evolución en la historia de las ideas políticas. Hasta entonces, la cuestión política era pensada teóricamente (también siguió sucediendo posteriormente, y su mayor momento fueron los escritos del siglo de las luces que fundaron a los sistemas políticas modernos sobre la idea de la unidad del Estado nacional de Maquiavelo).
Surgido de su experiencia como diplomático y de su cercanía con la élite en el poder, Maquiavelo se avocó a describir y enseguida a analizar su descripción con un objetivo de fondo: vislumbrar, a partir del análisis empírico, cómo se constituye el poder en su época, y cuáles son los mecanismos, que de manera sistemática, modernizantes podríamos decir, que eran necesarios para que esa élite pudiera conservar mejor el poder y ahorrarse enfrentamientos. Esa idea se concentra en el concepto maquiaveliano de Estado.
TRES GRANDES LÍNEAS DE EL PRÍNCIPE
La obra El príncipe tiene tres grandes líneas, que son al mismo tiempo tres aportaciones de Maquiavelo a la sistematización del análisis político, que hoy en día conocemos como la Ciencia Política.
Por un lado, encontramos que Maquiavelo establece su análisis a partir del empirismo y no solamente de una descripción o inventario de situaciones, asentado en la coherencia de la obra que al final trata de la necesidad de una “unidad nacional”, frente a las luchas intestinas de los principados en Italia. Esto significa que Maquiavelo propone por primera vez un diagnóstico en el sentido que ha trascendido a nuestros días, y sobre todo, que ese diagnóstico forma parte de una estructura metodológica en la construcción de su libro, que contiene igualmente, el análisis propositito de lo que el diagnóstico arroja como necesario a realizar.
La segunda cuestión que revela El príncipe, es precisamente el asunto del poder. Esta obra nos plantea que el poder tiene dos dimensiones en las cuales se acusa su dinámica y que se complementa:
- La verticalidad del poder: Es decir, la manera como las decisiones del príncipe desciende en una escala de mayor a menor sin lugar a discusiones, debates, o pluralidad. Evidentemente, la cuestión de la democracia es ajena a ese género del poder, pero lo importante es que con el tiempo se ha mostrado que incluso las élites en las democracias no son ajenas a la cuestión maquiavélica de la verticalidad del poder.
- La horizontalidad del poder: la forma como se correlacionan las fuerzas de élite al interior del poder. Estas dos dimensiones se han establecido como leyes de hierro de la práctica del poder, y que en realidad han existido desde tiempos milenarios.
La tercera cuestión importante, y la más trascendental es la noción moderna de Estado. Maquiavelo plantea en su libro que para que un príncipe pueda mantener de forma sistemática el poder, debe lograr la unidad de los principiados, la unidad nacional, que fundará al Estado como una sola fuerza. Desde esta perspectiva la eliminación de los adversarios, el control del pueblo, el control de las instituciones o de las situaciones, no será objeto de una fracción o facción política, sino una razón de Estado.
CIENCIA POLÍTICA Y POLÍTICA DEL PODER
En El príncipe, la política del poder, al ser analizada de manera sistemática y no solamente de manera descriptiva, da paso a los prolegómenos de la Ciencia Política. No se debe perder de vista que lo que se llama con frecuencia realismo sin moral en Maquiavelo, es en el fondo objetividad, empírica en este caso, pero que fundamenta las causas y los efectos de un fenómeno, el del poder, y asienta las bases para futuros análisis. El príncipe no es un reporte de actividades del príncipe, tampoco es una memoria de lo que César Borgia desarrolla como tirano, el gobernante que le sirvió de modelo para el libro, ni siquiera es una agenda de políticas del poder del príncipe donde se ensalze sus buenas intenciones. Esto significa que el libro trasciende los formatos más comunes de lo que podía esperarse en su época en este tipo de escritos. La objetividad es el principio de toda ciencia. Y la visión de la política como algo analizable y comprobable, como la hace Maquiavelo, establece los fundamentos científicos de la política que se siguió en las obras escritas en los siglos subsecuentes.
Maquiavelo no inventó una manera de acceder o ejercer el poder. Tal vez, a diferencia de otros autores, su principal virtud está precisamente en que no teorizó la política, sino que nos mostró su dimensión pragmática que ninguna otra obra hasta antes de El príncipe lo había hecho.
Al menos tres conclusiones podemos deducir de esta lectura del El príncipe:
● La obra de Maquiavelo aporta tres grandes líneas a la ciencia política: el empirismo, a partir del cual establece por primera vez un diagnóstico científico de la política y el poder; la dimensión vertical y horizontal del poder, y la noción de unidad nacional, es decir, del Estado.
● Es la primera obra que analiza objetivamente al príncipe, y a los fundamentos de su poder, develando que hay otros medios más sistemáticos para conservar el poder.
● En su libro Maquiavelo no inventa un sistema político, ni describe algo ideal, sino que se propone hacernos una especie de mapa realista, para establecer la fortuna de un príncipe en cuanto a su éxito en la conservación del poder, y al mismo tiempo develar al lector, los vericuetos nada virtuosos y nada sistemáticos, acaso ineficaces para los nuevos tiempos que vivía Italia (el renacimiento), en los que se seguía desenvolviendo el príncipe.



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